Analya Cespedes (Washington USA, desde Santiago)
¿Necesitas un minuto?
Función | para salir de una situación peliaguda | |
Activación | se abre el bolso “accidentalmente” gritando: “¡Oh no, las perlas de mi abuela!”; se invoca así el mito chilote de El Trauco. | |
Materiales | Plata de ley oxidada, cuero regenerado, hilo de seda, cuentas de cristal | |
Entratar | analyacespedes.com |
Cada joya tiene una utilidad y mi amuleto puede ayudar a que la suerte funcione a favor de quien lo usa. Es una sorpresa que se lleva alrededor del cuello y que se puede activar a voluntad. Estas son las instrucciones que recibe su dueño:
Instrucciones para el Uso del Amuleto
Antes de que pongas a prueba el poder del amuleto, debes inventar una historia. Así, cuando liberes las perlas vas a poder explicar –si fuera necesario- por qué son importantes, por qué necesitas recuperarlas o por qué su pérdida te deja devastado. Yo sugiero, por ejemplo, decir: “Oh, no, las perlas de mi abuela”.
Una vez que tengas la historia aprendida y bien ensayada, puedes colgar el amuleto alrededor de tu cuello. SI es necesario, reemplaza las perlas por algún otro elemento (granos de arroz, piedrecitas), para que practiques su uso. Familiarízate con el mecanismo, para que lo puedas abrir fácil y sutilmente cuando sea necesario.
¡Ya estás listo para usar tu amuleto! Disfrútalo. Fue fabricado con cariño, pensando en la protección que va a darte.
Usuario A
El poder de mi amuleto fue probado por dos voluntarias, una en Santiago, Chile y otra en Washington, DC. En Santiago, mi voluntaria fue Valentina Rodríguez, ella es Encargada de Prensa del Departamento de Educación y Difusión del Observatorio Europeo Austral (ESO). Este es su testimonio:
“Recibí mi amuleto el día del cumpleaños de mi hijo, justo cuando le estaba poniendo las velas a su torta. Decidí no abrir la caja ese día porque quería hacerlo en un momento de tranquilidad, cuando pudiera conectarme con lo que estaba recibiendo.
A veces, esos momentos no son fáciles de conseguir, sólo varios días después logré por fin encontrar ese silencio que necesitaba. Para mí era el comienzo de una aventura que ineludiblemente me conectaría con los sueños y las ilusiones de la persona que lo fabricó, a través de un objeto lleno de significados ocultos.
Al abrir la caja me conmovió profundamente la simpleza del talismán. No es un objeto pretencioso, sino más bien cálido, que invita a tocarlo y que sugiere tiempos pasados, el monedero de mi abuela, mi niñez.
Leí las instrucciones con cuidado y comprendí que tendría que prepararme para comprender el verdadero poder de mi talismán. “Ensaya muchas veces, para que te vayas familiarizando con su funcionamiento”, decía la instrucción.
Todo ese día estuve alerta, esperando una oportunidad que me invitara a abrir mi talismán. Me imaginaba situaciones posibles, alguien que me pedía algo que no quería hacer, una discusión, un coqueteo. Pero la vida tiene su propio ritmo y el talismán espera su momento, esa fue mi primera lección.
El día que finalmente decidí activarlo, todo Chile estaba conmovido con la noticia de 21 personas que perdieron la vida cuando viajaban en un avión al archipiélago de Juan Fernández. Muchos hijos perdieron a sus padres en ese accidente, muchos padres perdieron a sus hijos. Estaban diciendo los nombres de algunos de los cuerpos encontrados, pero yo no los podía oír. Ander, mi hijo menor (de dos años y medio), estaba hablándome, quería jugar, pero yo quería escuchar las noticias. Estaba a punto de gritarle para que se callara, cuando me acordé y abrí mi talismán.
Las perlas se esparcieron por el suelo y mi hijo se quedó mudo, mirando impresionado lo que había ocurrido. Luego se puso a recogerlas una por una. Mientras lo hacía, en silencio, yo pude escuchar la noticia.
Luego miré a Ander y comprendí que la noticia que en ese momento me parecía tan urgente estaría dentro de poco en internet, en los diarios en los noticieros de TV. No era razón para gritarle. El talismán me regaló el tiempo que necesitaba para darme cuenta de esto”.
Usuario B
El poder de mi amuleto fue probado por dos voluntarias, una en Santiago, Chile y otra en Washington, DC. En Washington, D.C., mi voluntaria fue Inga Adams-Pizarro, ella tiene 37 años, es estadounidense/colombiana y trabaja como consultora en la empresa Booz Allen Hamilton. Este es su testimonio:
“La primera vez que decidí usarlo, me estaba preparando para ir a trabajar. Sabía que ese día iba a ser difícil cuando buscaba qué ponerme. En la caja con mis joyas vi el amuleto y decidí ponérmelo, porque sabía que iba a necesitar suerte. Finalmente el día no fue tan difícil, quizás porque cambió mi actitud y yo tuve más confianza.
Desde entonces lo llevo conmigo 75 por ciento del tiempo, el amuleto se ha convertido en una necesidad. En las mañanas, me parece que lo necesito para enfrentar el resto del día, me siento más fuerte y con más suerte cuando lo tengo.
La primera vez que lo activé –lo he hecho dos veces- fue en una reunión de trabajo en la que estaba con tres personas a las que iba a comunicarles una decisión desagradable. Ese tipo de situaciones, comunes en mi trabajo, me hacen sentir mal.
Para aliviar la tensión que estaba provocando lo que decía, abrí el amuleto y cayeron algunas de las perlas. Todos se preocuparon de inmediato y me ayudaron a recogerlas. Usar el amuleto me sirvió para darme cuenta de que aunque diga algo desagradable, la gente igual va a ayudarme.
Fue interesante porque nos puso a todos al mismo nivel –en el suelo, buscando algo-. Una vez que terminamos de recogerlas, la reunión siguió y no hubo problemas. Afortunadamente, nadie me preguntó por las perlas, eso fue bueno, porque me hacía sentir cómoda la idea de mentirles. La historia que había preparado era que las perlitas venían de distintos lugares a los que yo había viajado.
Definitivamente se lo prestaría a alguien que necesite suerte. No necesariamente con la instrucción de activarlo, pero siento que como objeto en sí me ayudó. Tiene un peso, lo sientes al usarlo, siempre está ahí diciendo “puedes tener buena suerte”. Eso sí, el amuleto no es para cualquier persona, es para alguien que esté abierto a la posibilidad de que la suerte entre a su vida”.
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